domingo, 8 de agosto de 2010


Un  lago en el cielo,

quiero ser suave

para evitar tu dureza.

Apago tu fuego,

enciende mi agua.

Puede que no haya certezas.


"Alto, más alto"- Grita un argentino de pelo curvo. Luces. Destellos. Hacerle el amor a una guitarra parece fácil.

Otro crimen quedará sin resolver, dice. Repite.

Gracias, C.

Retiros.

Y hablando de rasgos característicos, sé que ahora nunca podré ocultar los míos propios.

Y hablando de alarmas, suenas como una descompuesta en mi cabeza. Pero no aturdes. Compones un distante soneto de besos que se cuela por mis cabellos y va a caer en mi boca.

Me he enamorado del sol y he vuelto a escondidas. Debo revisar tu billetera a ver si guardas algún nuevo mensaje para mí. Consigo una nota ya destruida, o alguno de sus restos. Un desastre privado. Tú, que te abres y cierras a gusto, (no ante mí) has logrado plantarte ahí, entre mis miedos, colocándote en cómoda posición ante la visión del futuro, lo suficientemente cerca para verte y admirar tu temple, tu compostura ante los tesoros mal guardados. A oscuras. Tus bestias, aún me aterran. No me pertenecen y parecen lejanas incluso para ti. Pero sé que existen y espero inquieta por el privilegio de enfrentarlas o dejarme vencer. Lo que pase primero.

Y si no menciono mis tesoros o pretendo ocultarlos es porque he visto pasar al ladrón de memorias y le he cedido las mías, cobardemente. Muy cobardemente. Mi tejido ha quedado desmembrado ante el año que pasa velozmente y no me arrepiento. Lo he dejado ahí, hilo a hilo, intentando una separación casual entre ellos, para que nunca más vuelvan a unirse. No los necesito para seguir. Muchos de ellos se han colado entre mis tobillos y han ganado en el intento de dejarme caer, como una maroma de circo. Los espectadores, aún presentes en silencio.

Y al final, nunca sé si es realmente importante esta interacción. Este trueque mal dado de mensajes a media luz. ¿Qué quieres saber de mí? Mi posición es visible, tambaleante. Voy detrás del oscuro destello de tus pupilas, siguiendo lo que sea que apuntan. Soy cruel. En el sentido más amplio y también más ameno. Sí.

Disfruto tanto esto. El conjunto de cosas que no decimos, las que nunca llegan a escucharse y aquellas que se pelean sobre mi lengua por decirte al oído. La luz al final, que sólo imagino está allí. ¿Qué otra cosa puedo hacer?

En blanco. Llega este punto, este preciso momento en el que todo comienza a perder sentido. Te busco de nuevo, entre un pensamiento acogedor y un triste recuerdo de algún choque contra el espejo que hemos creado. Pero sigo sonriendo. Como en un cine con intermedios. Te busco. Te he encontrado. Sigo.

Vuelvo al camino o lo que sea que vigila mis pasos desde ese momento que ni tú ni yo sabemos diferenciar dónde comenzó, hasta hoy. Me atrevo a tantas cosas hoy. Me desboco ante la nada, hoy. Pretendo mucho, hoy. Intento asesinar al último guardián de esta atmosfera gris que me envuelve y dejarte entrar un rato, a mi espacio. Y sé bien, que una vez cerca de ti, volveré a esconderme. Pero conocer la amplitud de mi tormenta me permite ofrecerte una buena porción de tiempo y seguridad, para que dejes fluir tu propio clima.

Los ventarrones inesperados. Como si me sacaran de este riel y tengo que hacer el esfuerzo cósmico de volver a él, con toda mi estructura metálica ya gastada. Soy un artefacto.

El deseo. La única función de mi ser que se ha vuelto lo suficientemente valiente para salir a la calle y volar. Pasar por encima de los vendedores de frutas y llevarse su aroma. Robarlo.

Frases cortas: Como quedarse sin equipaje en un viaje largo en tren. Sin paradas.

Vulnerabilidad. Se está haciendo visceral.

Tú. Esa palabra que se amplía a placer desde la comisura de mi boca hasta el vuelo cervical de mi estandarte.

Y una vez escrito lo incorrecto, una vez calmado el voraz murmullo de mi conciencia, vuelve la calma. Se ha saciado esta sed de noche y soledad que tanto he querido por días y ahora me quedo acompañada del temor, el único temor, de que luego de esto, comprendas mucho menos de qué estoy hecha.

Notas del retiro- Frase insolentes de Margot.

P.

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