Sal a la calle y pulveriza su basura con tu exceso de solidez y realidad. Sólo tú, con tus raras ideas de como hay que saludar al ascensorista, que es distinto al modo de saludar en el banco o a tus vecinos. Tuyos, si. Nada más ajeno que un vecino honestamente.
Sal y con cada paso que des, aplasta la miseria que se come el alma del forajido común. Succiona con tu gran ímpetu el alma piche de los corporativos que van en sus autos de deudas pulidas sonriendo sin ganas a la nada.
"Sal", te dicen, a untarte de oportunidades de felicidad digeridas por otros y gratamente regurgitadas para ti. Para que no hagas ni el esfuerzo de masticar y sólo tragues lo que "ser feliz" realmente es.
Sal a leer los diarios y el mundo. A volver añicos ese ápice de duda de que se te llenó el estómago a los ocho cuando notaste que tu querido padre era propenso a mentirte o que tú mismo eras propenso a salirte de tu cuerpo. No le prestes ni la más mínima atención a lo que escriben los jóvenes, a los libros de poesía o toda la mierda hippie que veas por ahí. "¿Qué se le hace nene?, no puede uno deshacerse de esos males."
Sal, por favor, a no darle nada al mundo más que un permanente reclamo de una vida más plena. Busca tu salvación y el paraíso en todas las novelas de auto ayuda que te tropieces, en todo lo mal que hablas del gobierno y en toda misa a la que decidas ir cuando hayas ya pecado lo suficiente para llenar la cuota del mes o del año.
Siempre peticiones y repeticiones tan fáciles, oh tan fáciles de cumplir que no habría ni porque pedirlas. Es natural actuar como héroes de comics de muy muy poca imaginación para "vivir" nuestras "vidas" por no decir parodias, por no decir películas, por no decir tragedias, por no decir recetas, por no decir Cortázar-me-influencia. Es normal andar por ahí sintiéndose obligado al mundo porque sino el aire empieza a ponerse caro, muy normal. Si te agotas un tanto, tranquilo que con violencia resuelves.
Pues he aquí una nueva recomendación. Insana y verdaderamente sencilla.
Construye, por mandato de tus alcaldes y familiares imaginarios (y dinos por favor la diferencia entre estos dos si es que la sabes), tu propia Arca de No Sé. Mete con el paso de cada día, una nueva especie de inseguridad en tu barquito, y a todos los miedos emparentados con ellas que son bastantes, inclúyelos también. Chequea tu lista historia a historia tratando de no dejar atrás ni un solo pensamiento prohibido. ¿Todos a bordo?
Ahora sólo te queda navegarte. Saborea lo prohibido y déjate seducir un poco por favor, me hinco ante ti. Echa la pretensión de que eres indispensable por la borda y navega sólo con lo malo. No te preocupes, que vas a volver.
Olvídate, ¿si?. Amar no es tan complicado.
Ahora tómate un té.