viernes, 30 de septiembre de 2011

Alivio.


Cuando fui otro, el otro, me alimenté únicamente de universos puntuales. Nada tuvo que ver conmigo ("al fin", me dije) el drama del dolor al que se somete, por ejemplo, un enamorado sin el oxígeno de la correspondencia.

A través de mi cuerpo y voluntad obraron designios no más grandes que yo, pero sí muy nucleares. Deseos voraces y llamas incontenibles de rabia y lujuria ponían en evidencia el ridículo al que me dejé caer tantos días continuados. Fui capaz de calmarme viendo aquella atrocidad luego de decirme que de cualquier modo no era yo; me amoldé resignado a la butaca ubicada tras mis ojos y me dispuse a terminar de verme.

Pronto me quedé dormido, profundamente entumecido no sólo por el cansancio, sino por la sobrecarga de brillo con que las imágenes de la helada película me atacaban. Además verme actuando era doloroso, casi como ver a una araña tratando de lograr escorpinizarse y poniéndose al margen de su propia existencia para lograr algo inlograble. Una araña jamás podría ser un escorpión y eso es sabido. Al recuperar mis sentidos, ya sólo corrían los créditos.

Me incorporé y sacudí mis pantalones. Salí por mis oídos. Grité a los vientos sonoros, cercanos a mis tímpanos, lo mucho que te amaba y te amaría. Reí como un desquiciado, intoxicado de silencio y ambiciones sanas. Agradecí en secreto que no estuvieras ahí para presenciarlo todo, aunque lo evidente es lo evidente. La rehabilitación finalmente comenzaba a lavar mis venas de sus excesos y qué más quedaba que reír frenéticamente hasta sentir dolor en los brazos.

Trepando por la oreja hasta el hombro, pisé finalmente tierra firme. Me peino ahora para no lucir como un total desastre cuando vayamos a almorzar, aunque desajusto un poco mi corbatín para que lo arregles al verme. Para que uno de nuestros primeros contactos sea de cuido, algo simple.

Expuesto así a estímulos reales, abrazo querencias simples y soleadas. Junto a vos que no sos para nada, lo que quise o deshilaché cuando fui aquel roedor. Acto seguido, chequeo mi deuda telefónica. Estoy solvente. Puedo llamarte.

martes, 20 de septiembre de 2011

God speed all the bakers at dawn. (=


Corny as it is, pienso que no ha salido mal el intercambio.

Intercambio puede ser malentendido. Una sustancia meramente líquida. Nada de personalidades.

Las temporadas. Esta es una de ellas. Se le olfatea. Está regada por ahí, con buena consistencia.

No pretendo olvidarme de mi. Hello Sunshine. Feliz Navidad.