domingo, 15 de agosto de 2010

Sobre 2. Amor sin ceros.

Recuerdos.

Uno de los primeros de este último viaje es la imagen espectacular de unos ojos anegados en celosía viéndome en directo. Negros de rabia, desafiantes, seductores hasta el punto de la agonía. A veces lamento la distancia aunque sea irremediable, no por parcialmente haberla generado sino porque sé lo artificial que es.

Otro de los primeros: "dios nos libre".

Después empieza el reloj a gastar el tiempo que nos quedaba en compañía y quito mi atención momentáneamente de esos cables que siempre logran algo en mi, así sea una vuelta a la clase de moral de la que soy carente casi por completo.

Para mi el sentimiento estomacal cambió a positivamente alterado cuando su modo de estar tan cómodamente en mi cama se talló en mi cerebro maltratado. Sólo acostarse, sólo revisar las cosas con libertad y moverse ligeramente en la pequeña extensión del colchón y los muebles aledaños. Tocar y dejar trozos de manos sobre los cojines que lucen más viejos entre las tuyas. Sólo permanecer ahí con tanta relajación mientras yo observaba la colisión de dos universos: el del caos de la habitación y el del caos que yacía en ti. Tengo que usar "ti", déjame hacerlo sin ponerme en evidencia. Calma, hoy eres titular. Mejor dicho, hoy eres "el titular". La precisión a veces no es mi fuerte. En mi cabeza sonando "cuando lo crea oportuno".

Lo que pareció entonces un estallido lo repaso ahora como un momento detenido, paralelo a lo que en verdad existió ahí. Es que olfateo la escena y no huele a lo que debería. Pero sé (y vaya que esto es arrogante) que la línea que va desde ahí en el tiempo y hacia adelante, nos sigue uniendo hoy y se cierra en algún punto. Es gracioso. Pensar en las líneas, digo. En los rituales también.

Una vez arreglado el estómago hay pocas cosas que haya que destacar, un liviano sentimiento que crece con rapidez cada vez que estamos juntos. Los temas de conversación varían y al mismo tiempo me suenan familiares cada vez. Familiares. "Una cosa es la familia que uno tiene y luego la que uno elige".

Es una gran contra-adicción porque entre estas personas a veces me siento familiar en un modo en que pocas veces me siento con mi propia familia, que no es que sea mía, sino que es a la que pertenezco. Ese vacío me sonríe y me evidencia.

Licor que borra algunas de las memorias y que otras las enfatiza. Amanece. Siempre tengo en mi mente la ligera inquietud de que algo no pasó, o si pasó, o de que olvidé algo importante, pero luego veo la guitarra sola y asocio a ella cierta estabilidad que aún me queda. Respiro y digo "hoy no es día para tus recaídas". Además, había un viaje que hacer.

Subiendo las montañas sé que ya me he perdido de mucho y que ya he dejado de retener cosas importantes. Hago un intento borroso de dar algo que tiene pétalos y la vergüenza termina el acto torpemente. Revisando la memoria me convenzo de que la torpeza tiene sus ventajas.

Subir y bajar esas colinas ilustra mi año como ninguna otra cosa podía hacerlo. Cosas que destacar:

- Me impresiona lo difícil que se me hace llorar de vez en cuando, sobretodo en contraste con lo sencillo que le es a algunos. Llorar es extraño.
- Me preocupa siempre estar haciendo algo incorrecto, pero lo sigo haciendo.
- La música melancólica, el frío, la noche y la neblina van bien cuando se está rodeado de personas que sin quererlo (mentira, queriéndolo mucho), son focos de amor.
- Las rosquillas de naranja.
- El piso estampado de pinos.
- El cementerio que se llama así porque tiene muchas lápidas de cemento.
- La cerveza Tovar.
- La ensalada de papas con mostaza.
- La cantidad absurda de salsa en la hamburguesa que era mejor trato que las salchichas.
- Tenemos problemas de afectividad.
- A nadie más le gustan los suspiros. Saben a huevo.
- La lluvia en la vía. El ojo de la tormenta.
- Silencio.

La primera noche: un sueño que nunca esperé tener. Se sentía real. Una nueva sensación. Antes de ese momento, la respuesta de cierta pregunta del día siguiente hubiera sido: "Con uno". Antes de él, música para ahuyentar el sueño y despegarme un poco más del cuerpo. Búsqueda de aliados. Todos los soldados caídos. Merecen cobijarse.

La segunda noche: múltiples sueños de los que sólo logro recordar trozos aislados. Una especie de intranquilidad mental que sólo justifico con lo fastidioso que me parece haber vuelto. Antes de ellos, conversaciones pálidas con mis padres. Mis padres. Yo podría estar viviendo bajo un puente.

¿Quería hacer o decir más cosas? No sé si valga de algo responder afirmativamente eso. Vale este domingo y sus rastros. Me encuentro en varios de sus momento olisqueando alguna presencia, tratando de atajarla.

El animalito que se murió en el agua hirviendo de la pasta hace como dos horas. Pobre. Murió instantáneamente, eso si.

En el medio: Estaba el equipo chino de baseball femenino practicando en un campo, y desde un edificio les dispararon. Hirieron a una de las jugadoras. Se fueron del país, claro. Mucha emoción en esto y sin embargo, otra noticia de las cosas que pasan en mi país que me arranca un pedazo de bienestar. No no, de nuevo, no es mi país, es el país al que pertenezco.

No doy para más ya. Que en un momento del día haya pensado que alguna vez me gustaría hacer el amor (del modo que sea) con alguien, al tiempo que la canción que voy a poner al final de este post suene en el fondo, casi no cuenta al lado de noticias como la anterior referente al equipo chino. Y sin embargo si tú la escuchas luego de haber leído esta bolsería, es un poco como si lo estuviéramos haciendo juntos, de este modo.

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