junto al farol de la esquina.
En dos minutos te volviste un misterio y me pregunté tantas veces entre esos segundos,
quién serías en los próximos.
Concluí rotúndamente que tienes el alma de un escritor y yo la mente de un forajido.
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Por siempre esperaré la noche, junto al banco de piedra, en el lado no convencional de la plaza.
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